Una de las más conocidas y queridas bilbainadas es esa que lleva por título “Bilbao y sus pueblos”, y que como es sabido empieza así: “Cuando hablemos de Bilbao tengamos siempre presente, que hay pueblos que le rodean, le dan solera y ambiente…”. En realidad, en términos tanto históricos como sociológicos, lo que ha constituido el Bilbao de ahora y de antes son sus barrios. Barrios diversos, con una historia más o menos prolongada en el tiempo, reflejo de la evolución de la propia ciudad a partir de aquellas Siete Calles originarias, pero todos y cada uno de ellos “patria chica” de sus habitantes, que expresan de mil maneras su identificación con su barrio de nacimiento o de adopción.
Sin embargo, la identidad de la ciudad de Bilbao se ha construido al margen la realidad histórica y sociológica de la mayoría de sus barrios. En particular, de aquellos barrios que nacieron o crecieron al calor de las migraciones que entre los años 1950 y 1975 trajeron a miles de personas al País Vasco. A modo de ejemplo, si consultamos en la web del Ayuntamiento la página titulada “Bilbao industrial” comprobamos que, tras algunas referencias al proceso industrializador de finales del XIX y primer cuarto del XX, apenas si dedica un par de frases a las migraciones internas que entre 1950 y 1975 trajeron a Bilbao y a Bizkaia:
Acabada la contienda la ciudad y tras una dura postguerra, la ciudad retomará su capacidad de creación de riqueza, convirtiéndose en un gran polo de atracción para muchos inmigrantes que llegaban a trabajar en la floreciente industria bilbaína. El paisaje urbano e industrial de la Villa volverá a modificarse para afrontar una acelerada expansión, que desborda a la ciudad y se extiende por los municipios vecinos, en ambas márgenes de la ría del Nervión, constituyendo el actual Gran Bilbao.1
En efecto, contamos con muchas y muy buenas obras de investigación y divulgación dedicadas a la primera industrialización (1876-1930) de la comarca metropolitana del Gran Bilbao, pero no tanto en relación a la denominada segunda industrialización (1950-1975).
Y es a esta época a la que, de manera no exclusiva, pero sí preferente, queremos dedicar el Museo. Su objeto fundamental serán tanto los barrios obreros surgidos a principios del siglo XX como los barrios de nueva formación de la década de los Sesenta, en toda su complejidad:
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En su dimensión más propiamente urbanística, construida (urbs): se trata de barrios con un urbanismo característico, que se ha transformado con los años, pero que aún conserva una fisonomía propia.
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En su dimensión relacional (civitas): son barrios con una vida social y vecinal también característica, intensa, cercana.
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En su dimensión política (polis): en estos barrios ha existido siempre una intensa actividad sociopolítica.
Ni el Bilbao de ayer ni el de hoy puede entenderse sin estos barrios, que además son un elemento esencial a partir del cual imaginar el futuro de la ciudad. El Museo puede y debe servir para:
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Recuperar y actualizar la historia de estos barrios, con sus múltiples aportaciones al conjunto de la ciudad: tradiciones de lucha y solidaridad vecinal, patrimonio arquitectónico e industrial, referentes ciudadanos (activistas, artistas, personajes populares, etc.).
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Reconectar al conjunto de la ciudad con sus barrios, y a estos entre sí: compartir experiencias, proyectar futuros, tejer redes.
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Reforzar la identidad de sus vecinas y vecinos, el legítimo orgullo de ser de esos barrios.