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PENSIONISTAS EN LUCHA

EL MOVIMIENTO DE PENSIONISTAS EN BILBAO

Luis Alejos, sociólogo y pensionista

Desde el 15 de enero de 2018 el paisaje urbano de Bilbao se transforma cada lunes con miles de pensionistas que se concentran ante el Ayuntamiento reclamando pensiones dignas. Este fenómeno singular e imprevisible surgió de forma espontánea, consolidándose como movimiento social plural y apartidista, coordinado mediante un original modelo organizativo. O sea, una bilbainada, referente reivindicativo en el País Vasco y en el conjunto del Estado.

Esas gentes forman parte de un colectivo de 82.000 personas. El 24% de la población de Bilbao (343.000 habitantes) tiene más de 65 años. El porcentaje de mujeres (61%) supera al de hombres (39%). La naturaleza favorece la longevidad femenina porque ellas asumen tareas domésticas y de cuidados no retribuidas, mientras el poder económico las condena a cobrar míseras pensiones de viudedad.

En Bilbao hay unas 80 asociaciones de personas jubiladas y pensionistas. La mayoría son asistenciales, se dedican a prestar servicios sociales, culturales o de ocio. Las agrupaciones reivindicativas se integran en el Movimiento de Pensionistas de Bizkaia (MPB). Antes de comenzar las concentraciones ya había asociaciones comprometidas con las políticas sociales, pero su incidencia era limitada.

El MPB es un proyecto joven, protagonizado por personas de avanzada edad, que a través del saludable ejercicio de las concentraciones semanales amplían sus relaciones sociales, comparten inquietudes, refuerzan su autoestima y los valores solidarios, redundando todo ello en mejora de la calidad de vida. Se trata de una categoría social que adquiere sentimiento de pertenencia e identidad colectiva. Es un grupo de presión capaz de incidir en la agenda política, modificando las cuentas del Estado. Movido por al interés general, reclama reconocimiento social y respeto a los derechos adquiridos, tras una larga y penosa vida dedicada a trabajar para impulsar el bienestar de toda la sociedad.

Además de las concentraciones semanales el colectivo de pensionistas ha promovido diversas manifestaciones y todo tipo de acciones reivindicativas, incluso durante la Aste Nagusia. La movilización más multitudinaria tuvo lugar el 17 de marzo de 2018. Según la Policía Municipal, 115.000 personas colapsaron las calles de Bilbao, provocando la mayor riada humana de todos los tiempos. Dicha manifestación contó con el respaldo de todas las organizaciones sindicales y el apoyo de la mayoría de las fuerzas políticas.

Sorprende el desarrollo de un conflicto social tan potente, sin que se vislumbre el final. Confluyen al menos dos fenómenos: 1) La tradición de lucha obrera de las poblaciones industriales situadas a orillas de la Ría de Bilbao y en las cuencas del Nervión e Ibaizabal. 2) La congelación encubierta de las pensiones mediante la subida anual del 0,25%. Quienes en plena juventud participaron en la creación de movimientos sociales: obrero, feminista, ecologista, vecinal, pacifista, euskaltzale, han vuelto a implicarse, aportando su experiencia y capacidad organizativa. La otra clave del conflicto es ese 0,25%, convertido en bandera de combate. Hasta la gente sin ideología definida interpretó que era un insulto, una limosna. Así se saltó de la sumisión a la indignación, paso previo a la toma de conciencia y la acción.

Otra incógnita es la desigual participación en las movilizaciones. Siendo las reivindicaciones idénticas en el conjunto del Estado, es en Bilbao y su entorno, en particular Barakaldo, donde tienen alcance multitudinario. Explicado en parte por la tradición de lucha obrera, la causa más destacada es el carácter unitario, plural y apartidista del Movimiento de Pensionistas de Bizkaia. En su interior confluyen, no sin dificultades, asociaciones de ámbito federal y soberanista, junto con grupos afines a organizaciones sindicales distanciadas en el terreno laboral. Hay desencuentros, motivados sobre todo por el protagonismo personal, mas la determinación de anteponer el interés colectivo, evita que los conflictos trasciendan y se disuelva el movimiento.

La unidad en la pluralidad, el difícil equilibrio de decidir por consenso, lo posibilita la exigencia expresa de la gente que acude a las movilizaciones de erradicar cualquier símbolo sindical o partidista. Además, con antelación al inicio de las campañas electorales, se acordó que si alguien aspiraba a ocupar un cargo institucional, no debería tener presencia pública en los actos organizados por el MPB.

Bilbao constituye un referente esencial en las movilizaciones de pensionistas, pero no se puede ignorar que se trata de una causa general. Sin actividades en el conjunto del Estado, cualquier lucha, por intensa que sea, quedaría aislada. Las características del propio Sistema Público de Pensiones determinan la forma de defenderlo: es un modelo de reparto, solidario, intergeneracional e interterritorial. Eso implica la necesidad de compartir reivindicaciones y confluir en las acciones. Así se está haciendo, partiendo las iniciativas unas veces de Bizkaia o de Euskadi, otras de la Coordinadora Estatal de Pensionistas (COESPE).

Como ocurre con cualquier movimiento social, no han faltado intentos de desmovilización, pretendiendo descalificar a quienes coordinan la lucha o asumiendo parte de las demandas planteadas. Ni lo uno ni lo otro ha funcionado. En cuanto a las reivindicaciones, para cuando se quiso desactivar la ofensiva contra el 0,25%, fijando a través de la negociación presupuestaria de 2018 y 2019 el incremento del 3% en las pensiones más bajas y el IPC el resto, ya ondeaba una nueva bandera: pensión mínima de 1.080 euros, previa equiparación con los 900 euros del SMI. Lo mismo cabe decir de las reiteradas promesas de derogar los aspectos más regresivos de las reformas laborales y de pensiones. El movimiento de pensionistas va por delante de las intenciones, concesiones y promesas del gobierno de turno.

No siendo una lucha molesta para la ciudadanía, se nota comprensión y simpatía. Lo evidencia la concesión de uno de los premios a la “Excelencia” de la Cadena SER al Movimiento de Pensionistas de Bizkaia. El galardón fue entregado en el Teatro Arriaga de Bilbao el 12 de marzo de 2019, destacando su impacto social en estos términos: “Su tenacidad les ha hecho famosos en España, ha cambiado la imagen del mayor en el imaginario colectivo y ha introducido el debate sobre las pensiones en la agenda política”.

Sin ser posible intuir el cese de las movilizaciones, al sonar cada lunes las campanadas de las 12 en el Ayuntamiento de Bilbao, las escalinatas se engalanan con pancartas reivindicativas, mientras la megafonía propaga las consignas que corean miles de personas: “Si nos roban las pensiones, lo pagarán en las elecciones” “Gobierne quien gobierne, las pensiones se defienden”.  La Plaza del Sagrado Corazón, bautizado por los trabajadores de los astilleros de Euskalduna como “el listero”, es punto de partida de manifestaciones de pensionistas. El centro cultural “La Bolsa” se ha convertido en sede oficial del MPB, acogiendo cada miércoles las asambleas plenarias que representan a las plataformas de los principales municipios del territorio. Bilbao es también el punto de partida de la “marcha de las pensiones” a Madrid.

Las estatuas de la justicia y de la ley que presiden las concentraciones de Bilbao simbolizan las demandas de los pensionistas: que se haga justicia reconociendo los derechos que se reclaman y ampararlos con la fuerza de la ley. El Alcalde debería asumir que se equivocó al declarar el 6 de marzo de 2018 que le “incomodaba” su presencia junto al Ayuntamiento. La imagen de miles de pensionistas frente a la monumental variante ovoide de la desocupación de la esfera de Oteiza ocupa portadas de prensa y abre telediarios contribuyendo, junto con el museo Guggenheim, a colocar a Bilbao en el mapamundi.

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